Desde hace algunos años se ha empezado a ver en el mundo un cambio en los valores políticos; estos valores no son netamente morales, pero intervienen en el relacionamiento social y han causado cambios evidentes en las formas en que los gobiernos y las empresas responden a las comunidades y a su gente. Estos valores políticos y su intervención en el relacionamiento social exponen (desde hace ya un tiempo) las nuevas necesidades, angustias, exigencias y tendencias que la sociedad de hoy requiere; son valores que empiezan como políticos -por la forma en que ingresan en el sistema- y rápidamente se convierten en sociales -por las formas que toman en la realidad y se adaptan al comportamiento- son, los que están generando las pautas de socialización y participación no solo de las comunidades sino también de las empresas y los gobiernos y, están, a su vez marcando la hoja de ruta de lo que será quizás la forma de interactuar de hoy en adelante.
Es esta nueva realidad la que ha llevado a los clústeres económicos, políticos y sociales a preguntarse por su lugar en la actualidad y las formas en que deben mantener sus relaciones e interactuar dentro de un conjunto de múltiples facetas y visiones que ahora obligan a especificidades para las cuales muchos no están preparados. El cambio que antes se veía, entre otras cosas, muy localizado, se ha convertido en una ola de gran magnitud que atrae otras cercanas, cambiando las mareas mundiales. Los movimientos sociales ya no son focalizados, los disgustos no se centran en una ciudad, el reconocimiento político individual ya no es característica única de los más democráticos y los valores de decisión ya no son de unos pocos, lo que ha llevado a la empresa a convertirse en un actor político-social, a cambiar sus dinámicas y buscar un nuevo puesto desde el cual posicionarse como estratégico y a establecer las bases para lograr un liderazgo sostenible
Esto ha obligado a la empresa a preguntarse por su papel dentro de la sociedad y su responsabilidad como parte de ella, dando como resultado la expansión de la idea de que son ellas, las empresas, las llamadas a ser mediadoras, conciliadoras e impulsoras del desarrollo social.
¿Por qué la empresa está llamada a ser mediadora?
Los movimientos sociales son un derecho de los individuos a expresarse y se han convertido en la forma más evidente del clamor social y uno de los mas efectivos pesos y contrapesos políticos. Las comunidades y la sociedad en su uso del derecho y de la participación han empezado un cambio que atraviesa las esferas pública y privada. Es en situaciones de disgusto y conflicto social donde la empresa, como pivote entre lo estatal y lo comunitario, debe entrar a mediar con razones y con posiciones claras. Es la empresa el lugar donde la comunidad se une en torno a un espacio o un objetivo que se ha expuesto primero a un gobierno local, nacional o internacional; la empresa es, en suma, la arena precisa para conciliar entre lo requerido y administrado, y encontrar suelo común entre las dos siguientes partes del Estado.