Es irónico que hablemos de inclusión y respeto, cuando no buscamos entender al otro, y sólo esperamos que el otro nos comprenda.
En Colombia hablamos mayoritariamente español, pero no podemos desconocer que hay más de 60 lenguas indígenas que se mantienen vivas y que están constitucionalmente reconocidas. Tal es el reconocimiento de nuestra diversidad lingüística, que la consulta previa tiene como uno de sus principios fundamentales el bilingüismo, esto quiere decir, que las empresas deben garantizar el servicio de traductor en un proceso consultivo con comunidades étnicas.
Esto implica entender, como lo señalaba la investigadora española Estrella Israel Ph.D., “que la realidad es multicultural, plural y diversa es un hecho, un punto de partida. Intentar que sea intercultural pasa por el desarrollo de dispositivos comunicativos interculturales.” Me atrevería a decir que la comunicación intercultural debería ser una habilidad requerida, una competencia adicional en el mundo empresarial.
Pensemos por un momento, si hablando el mismo idioma, compartiendo las mismas costumbres y hábitos, y trabajando en el mismo sector o empresa, los seres humanos tenemos malentendidos, ¿cuántas dificultades más pueden presentarse al intentar comunicarnos desde culturas y lenguajes diferentes? ¿Cuán diversas percepciones e interpretaciones del mismo asunto pueden presentarse en el camino?
Para los procesos de diálogo y concertación con comunidades étnicas, debemos prepararnos para salir de “nuestra caja”, de nuestra forma de entender el mundo, para conocer las realidades sociales, económicas y culturales de nuestros interlocutores, reconocer las diferencias, y explorar los puntos de encuentro.
Esto requiere ampliar la perspectiva y el campo de visión, y generar espacios seguros para que todas las partes involucradas tengan la libertad de expresarse genuinamente; también, generar espacio para la incertidumbre y para el “no saber”, pues no necesariamente todas las reglas del juego van a estar claras antes de iniciar el diálogo. Se trata de no asumir, sino de poner sobre la mesa todos los detalles, es decir, los dispositivos comunicativos de los que habla Israel, para generar conversaciones que superen las barreras idiomáticas.
Y también implica acordar las formas, hasta en los mínimos detalles, como la manera de saludar, saber cómo dirigirse al jefe de la comunidad, si nos sentamos al mismo nivel o no, si habrá un ritual o si se pueden tomar fotografías.
La comunicación intercultural se trata de entender, respetar y dialogar desde las diferencias, y de darse permiso de construir un mundo en común donde haya un entendimiento entre las partes, que muchas veces vienen de mundos totalmente diferentes.